Mi hijo-a se independiza (y II)

Mi hijo-a se independiza (y II)

La semana pasada un amigo nos contaba la historia de una de sus hijas  que se independizó a los diecinueve años. Algunos padres preguntan cuál es la edad adecuada para decidir ese momento, el de la independencia de los hijos.

Cuando eres engendrado dependes, durante nueve meses, casi  exclusivamente de mamá. Saliste al mundo asustado, atado, casi al cien por cien, a tus papás. Naces “dependiente”. Nadie sobrevive solo.imagen,independencia

En la medida en que la dependencia va en disminución, en esa misma medida aumenta tu autonomía. Aprendes a caminar, primero gateas, luego a hablas, comes por ti mismo, empiezas a comunicarte, incluso con la palabra…. A cierta edad dejas tu hogar y pasas horas en la guardería, en el colegio. Años más tarde aquel bebé totalmente “atado” a su mamá se convierte en adolescente. Empieza el juego del “sí, pero, no”. Soy grande para algunas cosas pero luego en otras tengo tanto miedo que me refugio en mis papás. Por una parte, anhelas ser completamente independiente, pero por otra, en ocasiones, te sientes desamparado y te resguardas bajo la pollera familiar. Es una etapa crucial para entenderte, para conocerte, para descubrir que tienes el mundo por delante pero para ello tienes que crecer, romper otro cordón umbilical, el de los sentimientos, las emociones.

Llegas a la juventud empiezas a organizar tu vida. Eliges unos estudios o un trabajo. Te proyectas a nivel social, en un nuevo roll, dejas atrás lazos fuertes, ataduras. Poco a poco construyes tu vida, te abres a la posibilidad de formar tu propio nido y tener tus hijos. Esto va unido a un crecimiento físico. Poco más de los veinte años a este nivel estás plenamente desarrollado, preparado, al menos físicamente, para la emancipación, ¿lo estarás mentalmente?

Si no logras la independencia a esa edad, si no cortas ciertos  lazos con la familia, manteniendo los afectivos, sufres, te acomodas, paralizas tu evolución, te conviertes  en un “eterno adolescente”, un tipo de persona  bastante común actualmente. Esta situación ocasiona mucho sufrimiento y desequilibrios.

Aunque cada ser humano y su evolución como persona es un misterio, este esquema proviene de la misma naturaleza,  a lo mejor te sirve para ver, mirar, observar, analizar y discernir.

Pertenece a la grandeza del ser humano y de su evolución escuchar a los padres decir: “mi hijo-a se independiza”.

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Gumersindo Meiriño Fernández

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La teología en la sociedad actual. Θεολογία στη σημερινή κοινωνία. Atenas, Grecia

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La historia de un queso. El ser humano que busca afuera

flor.gumer.meirinoLa historia de un queso. El ser humano que busca afuera

Me cuentan una historia de pueblo simpática y, al mismo tiempo, elocuente. Resulta que un matrimonio se desplazaba con frecuencia de la ciudad a su pueblo y de paso compraban quesos. La señora, repetía con frecuencia a los vecinos que recorría los sesenta y cuatro kilómetros de la ciudad al pueblo con el propósito de llevarse unos quesos y pregonaba las excelencias de tal producto culinario. Cabe señalar que el vendedor le sacaba la etiqueta original de dónde procedía.

Un buen día el marido que salía de la tienda de la compra de los quesos se enzarzó en una acalorada discusión con un vecino del pueblo. En ella se subieron un poco los decibelios y se le ocurrió decir que “los de pueblo son más brutos y atrasados que los de la ciudad”. En ese momento, el vecino tocado en su orgullo, respondió: “los del pueblo seremos brutos y atrasados, pero los de la ciudad sois más tontos que nosotros. Mira que llevas haciendo kilómetros y perdiendo el tiempo comprando los quesos aquí, cuando tienes la fábrica y al vendedor oficial de los mismos en la ciudad, a cien metros de tu casa”.

Leyenda o verdad, lo que le pasó con los quesos a este buen hombre es lo que puede sucederle a cualquier ser humano, dado que cierto designio nos lleva a pensar que lo que tenemos entre manos es siempre peor o, al menos, no es de la misma calidad que lo que viene de lejos o hay que ir a buscarlo.

Me hizo recordar todo esto una publicidad de un auto en la que el acompañante del coche le dice al que maneja, “te has fijado en el auto del de al lado”.

Hablaba, el que les escribe, en una conferencia sobre la figura de Ignacio de Loyola. A la salida una de las oyentes comentó. “He hecho decenas de cursos sobre espiritualidad oriental y lo que usted nos dijo de este santo es muy parecido”.

La búsqueda de nuevos caminos es humana, saludable y aconsejable pero el que no sabe disfrutar lo que tiene al lado no lo hará de lo novedoso y lejano.

Y hoy va de ejemplos. Una joven me contaba que le había pedido a Dios que, por favor, le ayudara a romper el compromiso con el novio porque se estaba enamorando de otro. Al mes el novio le amenazó con abandonarla. Entonces ella vino llorando a consultarme desconsolada,  “¿y ahora qué hago Padre?, no quiero perder a mi novio”.

¿Qué haces? Te lo digo a ti y a mí al oído: disfruta de lo que tienes, dale gracias a Dios por todos los dones, mira, observa, escucha, saluda, sonríe, toma con entusiasmo todo lo que tienes entre manos. Cuando ames lo que tienes entre manos podrás descubrir la belleza de otros horizontes.

A nuestro lado crece el alimento que necesitamos para ser felices, en nuestro corazón, en nuestro interior brota la fuente de la sabiduría. Busca en lo más íntimo de tu ser, y no pierdas el tiempo yendo al pueblo vecino en busca de queso.

 

Gumersindo Meiriño

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El sabio corrige

meirino.gumersindoEl  sabio corrige

Hace unos años trabajé en la Clínica Universitaria de Navarra con un sacerdote que tenía la costumbre de corregir constantemente a todo el mundo. Recuerdo el día que nos conocimos y que fuimos a tomar un café al apartamento de capellanía. Nuestra primera hora de contacto, al menos cuatro o cinco veces me indicó: —La azucarera ahí no. Mejor dejar aquí las tazas para la administración. Ese no es el lugar de la cafetera, se deja en el otro lado ….

Corregir es un arte que ayuda practican los sabios, la reciben los sabios y le sacan fruto los sabios.

  1. La practican los sabios porque para hacerlo hay que aprovechar el momento adecuado, las palabras justas y la forma conveniente. Si uno corrige enojado, con términos vulgares o con gritos no sirve. Mejor cállate y sigue tu camino.
  2. La reciben los sabios. La persona que es corregida tiene que saber escuchar, recibir y analizar lo que le llega de otra persona que le ofrece la posibilidad de mejorar. Esto solo lo hace un sabio, el necio contesta con “coces” de burro o justificando sus formas de actuar sean correctas o incorrectas. El sabio escucha y aprende.
  3. Le sacan fruto los sabios. Si intentas corregir a un necio este ni te escuchará ni le servirá de nada. Lo que pasa con este tipo de persona es lo siguiente: el que intenta corregir pierde el tiempo inútilmente, puede ganarse un enojo de la otra persona. El que la recibe no le servirá de nada, todo lo contrario, buscará motivos para reafirmarse en su equivocación, justificando lo injustificable.

Se puede resumir en una frase del libro de los Proverbios: “Corrige al cínico y recibirás insultos, reprende al malvado y recibirás desprecios. No reprendas al cínico que te odiará. Reprende al sabio y te amará. Háblale al sabio y ser hará más sabio; enseña al justo y aumentará su saber.”

¡Qué bien lo hacía Jesús! Dice en un momento el Evangelio que le cuestionaban los judíos que querían crucificarle y el mismo Pilato y él… “callaba”. No decía nada. Mientras que en otros momentos viendo las multitudes se sentaba y pasaba horas enseñando a aquella gente “sabia” que escuchaba atentamente sus palabras para aprender.

Es un buen momento para que tú y yo agradezcamos a todos los que nos han amado de verdad y han dedicado tiempo a corregirnos para ayudarnos.

Del que no corrige o lo hace con soberbia huye. Al que lo hace con amor, es un sabio y manifiesta su cariño en hechos concretos, abrázalo.

Gumersindo Meiriño

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Padre malo, padre bueno I

rio.gumer.meirinoPadre malo, padre bueno I

Todavía lo estoy viendo en un negocio de Galicia. Un amigo en común me lo presenta y comenta: —“Es Ambrosio, el hijo mayor de Lucilo”.

El amigo en común sabe que tengo cierto trato con Lucilo. Le digo a Ambrosio.—“Tu papá es muy buena persona”.

Durante unos minutos no contesta solo escucha. Luego me cuenta su historia.—“Me fui de casa. Me cansé. Tengo veintiún años. Me arreglo solo, ya no vivo más con mis padres. Ellos me lo reprochan pero no aguantaba más. Estudio y trabajo. Usted dice que mi padre es bueno. Ya lo he escuchado de otras personas pero no sé si será tan así. Yo me he ido de mi casa porque a mis padres no le importamos, solo se preocupan por ellos mismos y por sus cosas”.

—“¿Te pega? ¿Te castiga? ¿Es muy exigente?”, pregunto asombrado.

—“No, nunca me ha tocado un pelo. Siempre nos ha dado lo que quisimos. Mi hermano tiene una moto impresionante. A mí, nada más cumplir los dieciocho años, me compró un auto nuevo. Nunca nos pegó. Pero mi otro hermano tiene catorce años, llega borracho a la madrugada, nadie le presta atención. Mi padre y mi madre duermen. Trae chicas a casa. Ni se enteran. No saben a la hora qué llegan sus hijos, ni cómo. Son padres ausentes. Me cansé de esta situación y me fui de casa. Vivo mucho más tranquilo”.

Al terminar la conversión caminaba por la cuesta que me llevaba a mi hogar pensando, ¿cómo es el padre bueno y el padre malo?, ¿quién es el mal padre y el buen padre?

Recibí, años más tarde, a una niña de doce años. Venía con su mamá. —“Padre, le traigo a mi hija que quiere hablar con usted”. La jovencita se sienta y comenta:—“Mi padre es muy malo. Me exige, me pone en penitencia, me corrige y, en ocasiones, me grita…”

Mientras llora aprovecho para preguntarle: —¿Te castiga?

—“Sí, me responde, muchas veces me ha castigado…”, no puede seguir con el diálogo porque llora amargamente.

Más tarde conversé con los papás. Una pareja normal que tenía dos hijos. La de doce años y uno de cuatro. El padre era bueno con ellos, les daba cariño pero era exigente sobre todo con la mayor. Le reclamaba las tareas de cada día, que ayudara a la mamá, que cuidara al hermano pequeño …. Todo normal, sin embargo, para la hija el padre era malo.

Es mal padre, el “padre bueno” que deja a la deriva a sus hijos. Es buen padre, el “padre malo” que pone los límites adecuados, que exige, que se esfuerza por marcarles el rumbo con firmeza, con cariño, con fuerza.

Gumersindo Meiriño

Para leer este mismo artículo y escuchar el Programa Semanal, De Oriente a Occidente puede hacerlo en este enlace: http://www.radiocataratas.com/noticia_21007.htm

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Las apariencias engañan

gumer.meirinoLas apariencias engañan

Las apariencias engañan. Es apasionante la lectura de la vocación de David.  Me refiero al famoso rey de Israel cuya historia se relata en algunos de los libros de la Biblia.

Dios envía al profeta Samuel a la casa de Jesé para que unja un rey. Cuando Jesé presentó a Eliab, su primogénito, Samuel pensó que era el elegido porque, además de los derechos que tenían los primogénitos en esa cultura, era apuesto, inteligente, fuerte. Pero Dios dijo a Samuel: “No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. No es cómo ve el hombre, pues el hombre ve las apariencias”. Así fueron pasando uno a uno todos los hijos hasta llegar al más despreciado humanamente, al más joven, David, que será el elegido por Dios para ser el rey de Israel (Cf. 1Sam, 16).

Dios es el que elige, el que sale al encuentro, el que toma la iniciativa. En tus pensamientos has de tener en cuenta esto. A ti te corresponde tener las disposiciones adecuadas, pero será Dios quien te hable primero al corazón. ¡Estate atento!

Cuando tratas con Dios, desde este punto de vista, hay dos movimientos; uno muy importante, que es la invocación a Dios, el levantamiento del corazón a lo Alto, esperando la respuesta del Todopoderoso. Es un movimiento de abajo hacia arriba. La persona se dirige a Dios. En este caso, tú recitas palabras sagradas que esperas tengan resonancia en el cielo y abran las dimensiones de la trascendencia en tu vida descargando bendiciones.

Pero este movimiento de abajo hacia arriba no tendría sentido sin que antes Dios abriese las compuertas de lo Alto. Él es quien busca al ser humano, Él es el que se pone a la distancia necesaria para que los humanos puedan gritar y ser escuchados. Sería el segundo movimiento de Arriba hacia abajo.

La sucesión de tiempos en toda oración auténtica, se desarrolla así. Dios te busca, te encuentra y te elige. Eres importante para Él. Vives en su corazón, en su mente, en su presencia. Luego tú aceptas esa presencia, la cuidas, la cultivas, la entiendes, la comprendes, la amas y usas las herramientas adecuadas cuando la descubres de verdad, para no perderla nunca. Pues has encontrado una perla de gran valor, el tesoro escondido, del que habla el Evangelio (Cf. Mt. 13, 44-46).

El espíritu de David que es elegido por Dios te invita a descubrir que no eres un cero a la izquierda, porque Dios está interesado por ti y por tus cosas, está cerca, está a tu lado, te escucha.

Con Dios no puede haber actitudes mentirosas. Ante Él uno es lo que es. No es más porque tenga mucho dinero, un magno “curriculum”, un gran futuro, mucho poder o tenga un cuerpo escultural. Ante Él, solo vale lo real, lo que somos y tenemos en el corazón

Si en lo humano pasa muchas veces, cuando Dios anda por medio pasa (casi) siempre, como en el caso de David, las apariencias engañan.

Gumersindo Meiriño

Puede ver el artículo y escuchar el programa Semanal De Oriente a Occidente haciendo clik en este enlace:

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La evasión de lo real a lo virtual (Un sueño con Ignacio de Loyola)

gumer.meirino.internetLa evasión de lo real a lo virtual (Un sueño con Ignacio de Loyola)

Esta noche soñé con Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas. Los dos estábamos en Manresa, cerca de Barcelona, donde él pasó tres años de purificación y penitencia, esperando para tomar un barco que le llevara a Tierra Santa.

Paseábamos por las orillas del río Cardoner. Ignacio me habló la imagen que solía ver los primeros meses que pasó en Manresa: —“Veía una cosa en el aire …, de algún modo parecía una serpiente, y tenía muchas cosas que resplandecían como ojos, aunque no lo eran. Yo me deleitaba mucho y me consolaba viendo eso, y cuantas más veces la veía tanto más crecía mi consolación y cuando aquello desaparecía me disgustaba”.

—“Hijo, me dijo Ignacio, esa imagen que yo veía en Manresa sigue dándose hoy de igual forma pero más moderna. Son las imágenes virtuales a los que la gente del siglo XXI tiene fácil acceso. Me refiero a las imágenes de internet, de los canales de multimedia. Parece que las personas de hoy en día se tranquilizan, se relajan, se encuentran cómodas cuando llegan delante de la computadora y se conectan al mundo virtual de internet”.

Ignacio puso la mano sobre mi hombro. Caminaba cojeando levemente. No podía verle bien, pero sentía como la sotana movida por el viento tocaba mi cuerpo. Seguimos río arriba por la orilla del Cardoner. Nos sentamos al lado de una cruz donde me comentó: — “Hijo, estando delante de esta cruz vi bien que no tenía aquella cosa tan hermosa el color que solía tener; y tuve un claro conocimiento de que no era de Dios, sino del demonio, el cual me había estado distrayendo e incluso me había hecho perder el barco que yo estaba esperando para ir a Tierra Santa”.

Sentí, otra vez, la mano del fundador de los jesuitas en mi hombro mientras me decía: —Algo semejante pasa con las nuevas imágenes de internet, televisión etc., el demonio las usa para entretener a las personas. Ellas se confunden, les parece que reciben consuelo, pero no son más que imágenes, “cosas en el aire”, parecen buenas, parecen reales, pero no lo son, no son realidad. Pierden el tiempo. Pasa el barco de la vida a su lado con millones de oportunidades y no se dan cuenta. ¡Cuántos de tus compañeros se mueven en un mundo imaginativo y no son capaces de pisar tierra firme! Fíjate como algunos de ellos, buena gente, por este motivo están necesitados de tratamientos psicológicos. Ten esto en cuenta para ti y para los que van a cruzarse en tu camino, ¡ayúdalos!”.

¿Es malo internet?, le pregunté.

No, hijo, no lo es. Lo que es perverso es el uso que le dan algunas personas que se dejan robar el tiempo y se evaden de lo real a lo virtual, respondió con voz clara y amable.

En esto una suave lluvia que golpeaba el techo de la casa me sacó del sueño con Ignacio en Manresa.

Gumersindo Meiriño

Puede leer este artículo y escuchar el programa semanal de radio De Oriente a Occidente en este enlace:

http://www.radiocataratas.com/noticia_20754.htm

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Lo propio del Islam

¿Quieres saber algo del islam?

Te presento a un amigo. Es el Padre Emilio Galindo Aguilar, lleva toda la vida, como sacerdote blanco, trabajando en las relaciones entre Islam y el Cristianismo.

De forma humana, teológica y asequible resume aquí,lo más propio de la espiritualidad del Islam.

Darek-Nyumba

De Oriente a Occidente: Los cristianos predican el amor a los enemigos, ¿qué es lo  propio del Islam?

     No quiero entrar aquí, ahora, a tratar de la originalidad de ese mandamiento del amor a los enemigos, del que los cristianos hacen gala y se atribuyen como si fuese una originalidad suya, pues cientos de años antes de Cristo lo encontramos en los Libros Vedas, como declaraba el Prof. Raimundo Panikkar y después proclamaron, entre otros, los sufíes musulmanes. Me limito aquí al poeta y sufí turco Yunus Emre (1238-1320) cuando proclama: “El odio es nuestro único enemigo. Para nosotros el mundo entero es Uno. No estoy en la tierra para sembrar la guerra ni la enemistad. El amor es la misión y la vocación de toda la vida. Que una única palabra pare la guerra: Ama y se amado”…

     Y es normal: Dios es amor y sus iconos…

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Las dos experiencias

dos.experiencias. gumer.meirinoLas dos experiencias

El otro día me preguntaba un amigo por qué había escrito un libro sobre los salmos. Le dije que brotó esencialmente de dos experiencias. Una experiencia personal íntima. Y la otra de la experiencia ajena.

Nací a escasos metros de un convento cisterciense, monjes de clausura. Allí escuché, aburrido de niño, asombrado de adolescente, agradecido a Dios de sacerdote por el don recibido, los cantos gregorianos que empapaban los distintos salmos de la Biblia. A lo que hay que sumar los años de niñez, adolescencia, juventud que pasé en el Seminario, en total quince, en los que todos los días rezábamos y cantábamos los salmos. Esta es la experiencia personal

Luego vino el ministerio sacerdotal. Recibiendo personas en dirección espiritual empecé a sugerirles que rezaran alguno de los salmos. Ellos me contaron lo mucho que le habían ayudado rezar determinados salmos. Esta la experiencia ajena.

Es que la sabiduría humana, a aparte de los conocimientos muchos o pocos, nace de la experiencia o si no, no es verdadera sabiduría o, al menos, le falta un condimento importante.

Me cuenta un amigo: – “Tengo sentimientos encontrados”. “¿Motivo?” Le contesto. El me responde: “Porque mi señora tiene un grave conflicto en su familia. Eso me duele, no sé cómo ayudarla, porque sufre mucho. Pero, por otro, tengo ganas de darle unas “trompadas”, perdone la expresión. ” ¿Motivo?” Le pregunto. “No la entiendo. A veces dice cosas con tanta lógica, tan coherentes que me deja sorprendido. Pero mucho más me deja con la boca abierta cuando luego hace todo lo contrario a lo que tan sabiamente había hablado”.

“Amigo mío,  contesto, son cosas de la vida que se solucionan con experiencia. Conocí a Andrés, joven deportista, fútbol, básquet…, que se reía de uno de los profesores, Aquilino, más de veinte años mayor, que practicaba ciclismo y tenis. Le solía decir, “por mucha técnica que tengas te muevo en la cancha de tenis y termino ganándote”. Lo mismo con la bici, “si me prestan una bici te paso fácilmente,  ya eres mayor para estas cosas”.  El fin de semana jugaron un partido de tenis, Aquilino terminó aburrido porque Andrés, el joven deportista soberbio, no le devolvía ni una pelota.  Este se quiso vengar y le retó a una subida en bici a una montaña. El joven terminó subiendo con la bici en la mano mientras Aquilino le estaba esperando en la cresta de la montaña”.

-“Pero no todo se puede experimentar”, me rebate. “Cierto”, respondo. “Pero hay un ingrediente de la verdad, de la sabiduría que tiene que ver con la experiencia. Esta puede ser en la propia carne, pero también aprendiendo de lo que ves, oyes, hueles, tocas, saboreas.  En una excursión con niños, uno de ellos se metió entre unos matorrales y se cayó en un pozo. No se lastimó pero nos dio a todos un buen susto. Los demás aprendimos, por experiencia ajena, que no se debía pasar por entre esos matorrales porque había un hoyo enorme y peligroso”.

Tanto si es en tu cabeza, como en la del vecino es bueno tener en cuenta que se aprende mucho, tanto de la experiencia propia, como de la ajena, de las dos experiencias.

Gumersindo  Meiriño