Navidad, el hogar de Dios

Navidad, el hogar de Dios

Cuando llega la Navidad el universo conspira buscando un ambiente de paz, de alegría, de amor…, y por qué no decirlo de cierta añoranza. Un tiempo de magia, distinto al resto del año, donde los sueños parecen posibles, los niños se convierten en protagonistas, y los buscadores reafirman su esperanza.

Todo ello porque Dios acampó entre nosotros. Dios caminó en esta tierra. El mundo es la casa de Dios. Millones de ojos se vuelven a Belén, a la ciudad donde nació Jesús, paradójicamente rodeada de tensiones, guerras e injusticias,

Con la imaginación recorren el pequeño portal que recuerda que Dios es del Cielo pero también de aquí, de nuestra tierra. El mundo en el que vivimos dejó de ser una superficie en la que nos movemos mirándonos de reojo para convertirse en un lugar sagrado en el que descubrimos al mismo Dios como compañero de viaje. El mundo, desde entonces, por si nos quedaba alguna duda, es la casa de Dios. Esto quiere decir que cada vez que violentamos la naturaleza, o cada vez que la respetamos lo estamos haciendo con el mismo Dios.

Y además se hizo totalmente humano. Vive en el mundo y lo hace con nuestra misma carne, entró en un cuerpo mortal, nació de una mujer como tú y como yo. El verdadero templo en el que vive es el cuerpo de cada persona. Ya no son necesarios los edificios, las iglesias, las mezquitas, las kaabas, …, porque en muchas ocasiones se construyen sobre la codicia, la envidia, el poder …, el verdadero lugar de residencia es el cuerpo del ser humano. Allá donde camina una persona, camina el mismo Dios. Todos llevamos su semilla.

Algunos piensan que son mejores cuando van a misa, a la mezquita, al culto o los que escuchan más sermones y dan una limosna de lo que les sobra a los pobres. Y los que no lo hacen están lejos de Dios. Pues resulta que la Navidad nos asegura que el lugar de encuentro con Cristo, el totalmente Dios y totalmente hombre, es el corazón de cada persona. El comportamiento con el prójimo define tu camino hacia Dios. Conocerlo es descubrirlo en el que está al lado y tratarlo como hermano.

El mismo Jesús lo confirma en el Evangelio de Mateo: ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?» Y el Rey les responderá: «Les aseguro que cada vez que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo». O sea, que la misa no vale si niegas un mendrugo de pan al hambriento, si no das consuelo al abatido; las oraciones tampoco si no van acompañadas de obras concretas de misericordia con los demás. No se puede ser de Dios sin respetar al ser humano ni se puede ser humano sin respetar a Dios en el otro, en el que está a tu lado. El camino hacia Dios es el camino hacia lo humano.

En estas fechas no olvides que Dios nació de mujer, como tú y como yo, que tu cuerpo y el del que está a tu lado es el ambiente propicio para que vuelva a hacerlo, es la Navidad, el hogar de Dios.

Gumersindo Meiriño

Para escuchar el saludo haz clik en este enlace:

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